Se agotaron las horas de descanso, mental, físico y espiritual. Ha sido una parada reconfortante, como un oasis de paz, pero ya es hora de reanudar mi peregrinaje. Qué bueno que he aprovechado la tregua para cobrar fuerzas, para deshacerme de cargas, para revestirme con coraje y entusiasmo. Miré hacia atrás sólo para enorgullecerme de lo que he recorrido, vencido y esquivado, miro hacia los lados para asegurarme de que estoy en mi ruta, para cerciorarme de que mi posición es parte de mi destino, y febrilmente miro hacia delante para ver mi objetivo, para enfocar mi esperanza, para fantasearme en la cima y desear con vehemencia vivir la grandeza del triunfo. Mis planes son parte de mis sueños y motores de mis actos. Muchos habrán notado mis virtudes, pero sólo yo conozco mis flaquezas, que nadie me diga que no puedo, que mis oídos sean rebeldes al desaliento y estén prontos a las palabras sabias. Ahora, conservo mi sensibilidad, pero olvido el sudor que baña mi espalda, ignoro el ardor que siento en la frente, no siento el dolor en mis piernas o el cansancio de mis ojos, sólo recuerdo que debo llegar y disfrutar el camino. Tengo tiempo, tengo fuerzas, tengo fe y tengo sueños por conquistar.
En sus marcas, lista… FUERA
En sus marcas, lista… FUERA
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