lunes, 2 de junio de 2008

Relato corto: Taxi Paraíso


Sus zapatos semi-abiertos le molestaban, ya no aguantaba el dolor en el talón, aunque le hacían ver unas piernas maravillosas, eran un suplicio. Trataba de ignorarlos, pero lo más lejos que su mente pudo llegar en su afán de distracción fue a la genuina idea de crear una lista de torturas innovadoras y vendérsela a algún dictador latinoamericano o quizá al productor de Saw para que salieran en su próxima película. Así era la mente de Araceli, así de volátil, así de soñadora, así como entre ingenua y burlona.
Por fin, de su grupo de amigos, salió una propuesta liberadora: “¿Nos vamos?”, sin parecer muy ansiosa, o muy rebelde, hizo un gesto con los hombros, expresando su falsa indiferencia, pero en el momento de la decisión, como una fuerza del más allá sonó en los altoparlantes del bar-discoteque-lounge-restaurante algo que definitivamente prolongaba la noche:“World hold on … children of the sky” . En otra ocasión lo hubiese celebrado, pero esta vez se limitó a tomarse el fondito aguado que quedaba de su vodka con cranberries, mientras se imaginaba lo ridículo que le hubiese parecido esta escena dos años atrás.
Ella, con ese vestido como importado de los 70’s, y los zapatos que tan enérgicamente criticó cuando se los vio puesto a la primera atrevida vanguardista, sus amigas vestidas como si se hubiesen escapado de madrugada, con shorts y licras, y esa música electrónica que a todos los hacía creerse coreógrafos, si se hubiese podido comprar la cámara aquella, lo grabaría y lo guardaría para darle risoterapia a sus hijos en quince años, pero ni se había podido comprar la cámara, ni tenía fuerzas ya, para estar parada ahí pensando disparates.
Era hora de actuar, como la propuesta de evacuación de sus amigos no había progresado, Araceli optó por poner en práctica su talento para la actuación, fingió un mareo, pero nadie lo notó, hizo de nuevo el intento, y aunque para ella quedó mucho menos real que el primero, esta vez captó la atención de una de sus amigas a quien le comunicó su incomodidad, con una leve distorsión, y se excusó por marcharse.

Cuando salió del lugar, llegó a su nariz el fuerte olor a cigarrillo que la impregnaba, y a su memoria, el hecho de que andaba a pie. Interrumpió su reflexión una imagen que la hizo detener su mirada perdida: “Taxi Paraíso (378) 525-9900” y cuando se dispuso a ejecutar la llamada desde su teléfono móvil, reparó en un pequeño detalle, había gastado hasta el último minuto de su plan prepago y a estas horas no encontraría abierto un puesto de tarjetas ni en cien millas. La única opción que le parecía razonable era regresar al lugar y pedirle a uno de sus amigos que le hiciera la llamada, y si había suerte, la llevaría a su casa.
Entró, disimulando su vergüenza, y con ademanes de ira y decepción, pidió al más solidario de sus amigos que le llamara un taxi. Casi olvida poner el toque de actuación y manifestar su falso mareo, pero desde que su compañero le preguntó cómo seguía, aplicó su técnica del doble fingir, que consistía en fingir que estaba fingiendo estar bien, con lo que conquistó la colaboración del joven, logrando que la llevara a su casa.
Después de escuchar unos remedios para los mareos y unas recomendaciones para la borrachera, Araceli se desmontó en su edificio, y antes de subir las escaleras se liberó de los castigadores zapatos. Se quitó el vestido y cayó rendida en su cama.
La noche pasó sin que Araceli lo notara, cuando la luz entró por su ventana, se despertó, y mientras se arrepentía de no haber cerrado las cortinas, encendió el televisor como sin saber lo que hacía. No le importó el canal, ni el programa, no sabía lo que veía. Si el televisor hubiese tenido pensamientos, encontraría absurdo el estar encendido, pero ella siempre trataba de maquillar la soledad con las voces de un programa que poco le importaba. Araceli se quitaba los residuos de maquillaje cuando por fin el noticiero conquistó su atención. “Encuentran muerta joven en Santiago, la policía asegura que María Fernández fue víctima de una pandilla de asaltantes que se valen de una compañía de taxis fantasma para realizar sus atracos. Usted mismo puede estar llamando a sus asesinos. Bajo el nombre de Taxi Paraíso estos delincuentes han cobrado ya, su segunda víctima".

Inquieta, ansiosa y confundida, Araceli intentó llamar a alguien para contarle y fue cuando escuchó un operador: “No tiene balance disponible para realizar esta llamada”, por primera vez, esta grabación le hizo sonreír.

2 comentarios:

Romayris dijo...

Waoooo tremenda historia esta y sobretodo todo sirve para reflexionar.

Anónimo dijo...

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Un viaje por mi mente

Sólo un punto de vista más entre los millones y
millones que existen con o sin voz en esta esfera giratoria.
Relatos,
comentarios, poesía, quién sabe si alguna nota de ingeniería y ... seguramente
se fugue algo muy personal.